lunes, 21 de noviembre de 2016

Un apartamento en Babel, 6

LUISA SIGEA, SENDERISTA EN LA SINTRA DEL SIGLO XVI


Un brindis por Juan Manuel Macías, poeta, traductor, editor y tipógrafo, cartaginés de origen y filoheleno irredimible refugiado en esas sierras de Madrid, que nos ha regalado este año el número siete de Cuaderno ático, una de las revistas más exquisitas y rigurosas que hoy se puedan leer en castellano.

Se entra por aquí
http://www.revistacuadernoatico.com/2016/11/20/llega-el-numero-7-de-cuaderno-atico/

y se sale a lugares maravillosos. A la verde Sintra, por ejemplo, de la mano de una guía excepcional, Luisa Sigea, una dama muy sabia y por tanto muy hambrienta de conocimientos (pero casi desconocida hoy), que se abismó en una gran crisis de melancolía y frustración. El mundo sucio y despiadado de las intrigas cortesanas no dejó resquicios a sus ansias de vuelo intelectual. Fue políglota, pero no hemos escuchado su voz en muchos siglos.

Aquí, warholizada:







LUISA  SIGEA


Luisa Sigea se encuentra entre quienes soñaron el sueño del Humanismo en la Península Ibérica. Nacida en Tarancón hacia 1522, participó del vértigo de saberse viva en una época nueva que se maravillaba ante los logros de los autores de la Antigüedad y ante la claridad, belleza y utilidad cívica de sus textos. Se leía entonces a Petrarca para aprender a conversar con galanura y un Ovidio revitalizado entraba y salía de los aposentos. Las epístolas de los amantes de las bonae litterae cruzaban Europa: triunfaba el diálogo como ideal forma abierta. Sigea, la “Calíope Lusitana” soñó, como Erasmo y Petrarca, con la posiblidad de conciliar a los autores cristianos y a los filósofos paganos, y lo intentó con pasión en su Colloquium de vita aulica et privata, un diálogo en el que dos mujeres jóvenes, Blesila y Flaminia, discuten eruuditamente sobre las ventajas e inconvenientes de la vida activa y de la retirada. En 1546, Sigea escribió una carta en cinco idiomas al Papa en la que sólo mencionaba a los dioses paganos. Vivió el momento único y luminoso en que Garcilaso veía con deleite brotar del Tajo las rubias cabelleras de las ninfas y convocó también ella a las ninfas fluviales en su largo poema latino titulado Sintra.
Luisa Sigea participó, más tarde, en el amargo despertar a una época de sueños frustrados. A lo largo de la década de los 50 vio caer en las listas prohibitorias de la Inquisición muchos de los libros más amados, y vio caer en desgracia a muchos sabios libres, como Juan de Vergara, con quien se carteaba. Su inmensa formación no halló nunca el reconocimiento merecido: tras trece años como preceptora junto a los reyes de Portugal, la Corte de Felipe II decidió prescindir del granado talento de Sigea.    

Tal vez al final de su vida Luisa Sigea sospechara con melancolía que había soñado sus sueños en tierra de nadie por partida triple. Con un padre oriundo de Francia, su vida discurre entre España y Portugal: Toledo, Lisboa, Sintra, Burgos, Valladolid. Opta por el latín como lengua literaria, aunque escribe muy cuidadas cartas y poemas en castellano. Si a ello se le suma su condición insólita de fémina casi única en una comunidad de sabios varones que viajaban y estudiaban en diversas ciudades europeas, se entiende que Sigea tuviera todos los votos para ganarse un no-lugar en la rígida historia literaria española de los siglos venideros.
Pero ahí están sus cartas, su diálogo, sus poemas en castellano y en latín. Sintra es su más notable composición poética, un poema en latín formado por cincuenta y cuatro dísticos elegíacos que debe su título al escenario descrito en los versos, el paisaje boscoso, húmedo y agreste de la ciudad de Sintra, residencia entonces de los soberanos portugueses. Se trata de una obra cuya motivación cortesana no oculta la vigorosa personalidad de la autora...


(...)

Sintra



Allí donde sus rayos deposita el Sol de los veranos,
allí, junto a las costas de poniente –cuando al día
va cubriendo la noche y avanza hacia el océano
el astro transportado en carro de marfil, 
y baña sus caballos en el mar, cansados de la ruta-
se descubre un lugar: un valle allí escondido
entre peñascos vueltos hacia el éter

reclina sus laderas  -murmura dentro el agua...
  
(continuará...)

sábado, 9 de abril de 2016

DEL BAÚL DE POLIMNIA, 4

Europa im Wort/ Palabra de Europa









Acaba de aparecer en Alemania, en la editorial Heidelberger Lese-Zeiten Verlag, coordinada por el profesor Uwe Beyer de la Universidad de Aachen, una curiosa antología titulada Europa im Wort. Literarische Aufzeichnungen vom Leben in der europäischen Bürgergesellschaft (Palabra de Europa. Apuntes literarios de la vida en la sociedad civil europea).

En ella se ha invitado a unos cuantos escritores –principalmente centroeuropeos- a meditar sobre la palabra en la vida civil europea de nuestros vertiginosos tiempos.

Y vértigo me da compartir el índice con Peter Härtling, nada menos, o con Karl Schlögel, autor de ensayos tan iluminadores como Terror y utopía (http://www.acantilado.es/catalogo/terror-y-utopa-702.htm) o En el espacio miramos el tiempo (http://www.siruela.com/catalogo.php?id_libro=1046).


Copio aquí el comienzo de mis “apuntes”, que han sido vertidos al alemán por Valérie Lawitschka, a quien conocí como anfitriona en la Torre de Hölderlin, cuando la visité allá por el verano de 1991. Friedrich Hölderlin, desde luego, ha fundado mucha de la poesía que permanece en mi vida.





Europa perpleja y su catálogo de las naves

Y he aquí que me hallo a menudo preguntándome a mí misma, en mis horas cotidianas, qué cosa sea Europa. Y pienso que a menudo el relato actual sobre Europa, en la prensa y en los parlamentos, se parece tristemente al catálogo de las naves del canto segundo de la Iliada. Cuántos barcos llevamos a Troya, qué estandartes adornan nuestras popas, cuántos camaradas, qué jefes nos convocan, qué acopio de energías reunimos entre los aliados. Nunca antes habíamos sido convocados al unísono para rescatar no a Helena alguna, sino a la Libertad y al Humor tiroteados. 
Pero, mirando hacia atrás, antes de París 2015, el relato de Europa ha sido muy otro. ¿A qué obra literaria se parecería? A unas frondosas, profusas y opulentas metamorfosis postovidianas. Hemos sabido, sabemos hacer eso: autometamorfosearnos, construirnos cada uno a sí mismo sin mandato mediador de dioses iracundos. Los europeos y europeas, de uno en uno, se han sentido orgullosos de esculpir su propia vida y de crear y respetar las condiciones para que cada cual pueda ser dueño de su destino.
Y esa fuerza, ese anhelo de que las cosas cambien para permitir esas autometamorfosis libres y gozosas logró cifrarse de manera definitiva en el Hiperión de Friedrich Hölderlin, publicado entre 1797 y 1799 (“¡Que cambie todo a fondo! ¡Que de las raíces de la humanidad surja el nuevo mundo”).  


jueves, 7 de abril de 2016


UN APARTAMENTO EN BABEL, 5

Como los limoneros absortos de Montale




 L’ora di nuotare in alto mare, / in alto desiderare, alto sguardo.
A.L. (Trad. de P. Laskaris)

Eugenio Montale habló en un poema del olor de los limones como la parte de riqueza que nos toca a los pobres (“a noi poveri”). En el invierno –lluvia, tedio, luz avara y amargor en el alma- unos limones entrevistos en un patio a través de un portón abierto nos anuncian el deshielo del corazón y nos vierten en el pecho las canciones del sol:
   e in petto ci scrociano / le loro canzoni/ le trombe d’ oro della solarità
Aquí, junto a este mar, quizá sea ésta nuestra gran riqueza secreta: el hedonismo austero, la lentitud, el olor de los limones absortos, un silencio en el que hubo dioses, las trompetas de oro de la solaridad.
Veinticinco fotografías dialogan con los poemas de este libro. Todas fueron tomadas durante los primeros meses del año 2011, entre las tres y las cuatro de la tarde, en la zona de los Baños del Carmen, El Balneario, en Málaga. Me interesaba el lugar no como escenario, sino como interlocutor: que hablen entre sí los distintos mediterráneos y sus ruinas y realidades. Nuestro mar es elocuente y anciano: ya lo cruzaron, como refugiadas, las Danaides, y también los Orfeos silenciando Sirenas, y contiene en sus aguas tanta sal como sangre y sueños, exiliados y náufragos, ambiciones y pensamientos. Está saturado de voces. Pero, como dice Chantal Maillard, a partir del lenguaje heredado que está perdiendo su capacidad de significar, a partir del descreimiento ante el universo que se desploma, podemos imaginar un tránsito: “Si del lenguaje aprendido hiciésemos de nuevo ovillo. Si volviésemos a urdir el cuento… […] Y sí. Es preciso descreer. Desengañarse. Construir la historia de otro modo.”
A ello creo que nos invita, desde las fotografías, el viejo y nuevo mar,  con su luz interrogante. Y desearía que también lo hicieran, humildemente, con sus oleajes escondidos, estos poemas. 



Los  limones absortos. Poemas mediterráneos es una antología de la poesía de Aurora Luque en edición bilingüe italiano-español, editada en marzo de 2016 por la Fundación Málaga con la colaboración del Instituto Dante de Cultura. Incluye una serie de veinticinco fotografías de la zona de los Baños del Carmen (El Balneario) realizadas por la autora a lo largo de varios meses y acompañadas por versos de la propia antología que ilustran un diálogo poético entre los distintos mediterráneos y sus ruinas y realidades.
La selección de los poemas, el epílogo y la traducción al italiano han sido llevadas a cabo por Paola Laskaris, profesora de la Universidad de Bari y estudiosa de la poesía española clásica y contemporánea.  
El libro lleva un prólogo, “De cuando se oían las sirenas”, de la filósofa y poeta Chantal Maillard.
José Abolafio ha sido el responsable del diseño y la maquetación.







Del prólogo de Chantal Maillard:

Hay dos tipos de poesía y dos tipos de poetas: el órfico, el de la tribu, el que a lo indecible procura el sentido, y en la repetición lo hace perdurar contribuyendo de este modo a mantener el orden social, y otro, más oscuro, más temible, que encara el origen y lo revela sin pretender enmascararlo. Canto continuado ha de ser éste, ininterrumpido, sin fragmentar. En lo continuo no hay posibilidad de atribución, ni de distribución ni, por tanto, de orden social o legislativo. Toda secuencia métrica es, en ese sentido, órfica: ordena, mide y distribuye.
¿A qué estirpe pertenece Aurora Luque? ¿De qué canto deriva el suyo? ¿Qué voz es la que escucha cuando se le queda prendida la mirada a lo lejos, sobre el mar? Ella no se pone cera en los oídos; tampoco pide que la amarren a un mástil; y si toca, como Orfeo, la música ritmada del poema, no es con el afán de cubrir con estruendo las voces temidas por los mortales, sino para ser mordida / por la negra belleza que estalla en las palabras”.





Una città del sud con la sua mitologia /urbana vagamente, sottolineata di mare,/
 lacerata di istinti, /con tutta la bellezza che lotta per afferrarsi /
con dignità a un resto di materia./ Tanta, tanta è la luce senza presa…

A.L. (Trad. de P. Laskaris)







lunes, 4 de abril de 2016



HIMNO A LA LENTITUD, 7


Bodas de la Universidad y el Parnaso




 El jueves 31 de marzo la UCM celebró el Día Mundial de la Poesía. Al Aula Américo Castro de la Facultad de Filología fui a leer unos versos y me presentó Rodrigo Verano. Puedo considerarme afortunada: este joven doctor en Filología Griega de la Universidad de Sevilla se ha tomado la molestia de leerme no con excesivo disgusto y se llama Verano. El profesor Verano hablará de tu poesía, me comentó Álvaro Piquero, uno de los organizadores. ¿Cabe más coincidencia entre el temperamento y las circunstancias?

La Facultad de Filología era una fiesta. Un poco antes, en la misma aula, María D. Ramos hablaba de las poetas de los Siglos de Oro, y la acompañaban dos músicos con piezas de la época que bien pudieron haber degustado sor Marcela o Violante do Ceo. En el hall, un juglar. José Manuel Lucía Mejías (promotor de estas bodas entre Universidad y Parnaso), Almudena Guzmán, Marta López Vilar… Decenas de lecturas. Por otro pasillo, los Susurrantes, que te decían al oído poemas de Teresa de Ávila.


Y luego, para seguir contagiándonos de esa tibieza todavía insegura, nos llevaron a ver los Sorollas del Decanato. Me cansa un poco Sorolla, su sol algo pastoso. Como si sus cuadros estuvieran cubiertos de incómodas escamas. Pero en aquella sala blanquísima, bien rebozados en la luz de Madrid, estaban frescos, rezumantes.
¡Tomen ejemplo los decanatos tristes de nuestra España y celebren la poesía con esta alegría y esta fanfarria matinal! Carpe aestatem!








miércoles, 2 de marzo de 2016

HIMNO A LA LENTITUD, 6


Con Ceres y Los barcos de Cavafis




En Valencia se ha celebrado una muestra sobre el  Mediterráneo titulada “Entre el mito y el espanto”. La primera sala “se centra en la mitificación que Europa --sobre todo la de la estricta tradición protestante-- hizo a mediados del siglo XIX y hasta bien entrado el XX de lo mediterráneo”, Y para subrayar esa intención mitificadora, la sala “recibe al visitante con versos del griego Cavafis (Viaje a Ítaca, Esperando a los bárbaros y Fui)”, además de con un lienzo de Sorolla, etcétera, etcétera. Craso error el de asociar a Cavafis con cualquier visión idílica, como bien saben quienes leen a fondo y con honestidad al alejandrino. Es el poeta menos ornamental, menos complaciente y más penetrante de su siglo. Lo que hacía la vieja tragedia ática lo consigue hacer él en sus breves poemas: explorar los límites del poder, sus excesos fatales para la ciudad y para el individuo y entonar un himno, solemne y rebelde a la vez, al deseo (de sabiduría o de goce), al enigma, a lo impredecible del destino.
Juan Manuel Macías presentó en el Centro Andaluz de las Letras de Málaga su traducción de Cavafis, publicada bellamente en Pre-Textos. Busqué en su libro Sucede en la voz de otros tres rotundas metáforas: traducir es enseñar una ciudad amada pero no nuestra; cada palabra es una Odisea; el buen poema es la plasticidad que gana nuestro pensamiento. Aquí están:
“Traducir poesía se parece mucho a enseñarle a alguien una ciudad que te gusta (aunque no es donde vives). Lo curioso es cuando esa ciudad (que creías conocer algo) te acaba desorientando con calles raras que no aparecen en los mapas. Entonces compartes la perplejidad con tu interlocutor y te declaras feliz e irremediablemente perdido.
Cada palabra se desvive por volver a lo que nombra; se pierde, de boca en boca, en mil quimeras. Cada palabra es una pequeña Odisea de sí misma.
A un poema no le pido que me haga pensar (como tampoco al clima), sino que me deje el pensamiento de un determinado color.”
A Cavafis le habría agradado saber que a la vuelta del siglo lo esperaba un traductor pertrechado con tan eficaces herramientas.











domingo, 10 de enero de 2016

EL POEMA DE LA SEMANA, 6

Habrá que ir a Cracovia

Ahora que tanto se habla de lo ultraconservadora que se está volviendo Polonia, me apetece anotar lo muy estimulante y abierta y revolucionaria que me parece la poesía dela polaca Wislawa Szymborska. Una invitación, en cada verso, a abrir los ojos para penetrar en el mundo, para dudar después, para relativizar, para volar, para desmontar las trampas cotidianas (en poemas soberbios como "Prospecto" o "Para escribir un currículum"). A mí, que amo la publicidad -hermana pérfida de la poesía- me encantan sus "Anuncios clasificados", sobre todo el último, un tremendo nocturno bajo una ligera fórmula publicitaria:

Por las promesas de mi marido
-quien con todos los colores
del populoso mundo, su lenguaje,
su canción en la ventana y el perro de los vecinos
les hizo creer que nunca estarían solos
en penumbra, en silencio y sin aliento-
yo no puedo responder.
La Noche, viuda del Día.

La traducción es de Gerardo Beltrán, cotraductor, junto a Abel A. Murcia, de una muy bella antología (Poesía no completa*)  publicada por el Fondo de Cultura Económica en 2002 (aunque yo tengo la cuarta reimpresión, de 2014). Por los traductores sabemos que quizá fuera León Felipe el primer lector castellano de Szymborska, ya que su amigo el poeta polaco Jan Zych, también exiliado en México, le leía versiones de su compatriota. Elena Poniatowska, semicompatriota, señala en el prólogo los puentes que traza Szymborska entre la filosofía, arte de pensar, y poesía, arte de intuir: “Ambas son ríos que desembocan en dos palabras: No sé”.
Yo sí sé que, si sigo leyendo a esta enorme poeta, tendré que ir a su ciudad, a Cracovia. Sí, iré. Porque aunque, como dice ella en su poema "Lectura" –una descreída invocación a la Musa-,

Nos negaste un auditorio enardecido.
Hay doce personas en la sala,
es hora de empezar.
La mitad vino porque llueve,
los demás son parientes. Musa.

…aunque, sí, el auditorio no sea enardecido, quizá los poemas de Szymborska nos conviertan en uno de esos parientes o camaradas o amigos lejanos y necesitamos y queremos acudir junto a ella -junto a su fantasma- para ampararnos bajo sus versos cuando en el mundo llueve, llueve demasiado.

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*http://www.fondodeculturaeconomica.com/librerias/detalle.aspx?ctit=017359R









viernes, 8 de enero de 2016



HIMNO A LA LENTITUD, 5

 Alvaro Salvador, nuevos poemas


De Fumando con mis muertos*, último libro de Álvaro Salvador, me han gustado especialmente tres poemas. Uno habla del viajar (Leo House, escena mística y luego erótica en un albergue católico y barato en la calle 23 de Nueva York; creo recordar que en esa calle estaba la iglesia donde se casó Edith Piaf), otro del envejecer (SMEG: el poeta escucha a su frigorífico, que se queja amargamente de pura vejez y abandono) y un tercero, Ojos y dientes, que, a partir de un diálogo con Paul Auster, trata a la vez de la vejez y del viaje o de cómo las rutinas del viaje cronometran implacablemente los deterioros orgánicos personales: 
                         “Al paso de los años, uno se autodestruye como un mensaje anónimo”.

Recuerdo que los frigoríficos SMEG fueron la tentación hace dos o tres décadas: un diseño retro, remozado en colores vivos, rosa, rojo. Eran caros. Parecían salidos de una película americana de los cincuenta. Había uno enternecedor, de rayitas de colores, como una antología de Renacimiento. Yo también quise tener un SMEG, pero lo quería verde lima y de tamaño escritorio, sólo para el hielo de mis cócteles nocturnos y solitarios. No existía tal. En voz baja, los empleados de las secciones de electrodomésticos susurraban que los SMEG eran simples por dentro y muy frágiles: se averiaban como quizá nos averiamos los poetas, por exceso de estética. Smeg, smeg, gemiré ahora cuando necesite quejarme un rato. Smeg. Lo has hecho onomatopeya lírica, Álvaro. Smeg.



*http://fundacionjmlara.es/actividades/presentaciones/alvaro-salvador-presento-en-madrid-fumando-con-mis-muertos-nuevo-titulo-de-la-coleccion-vandalia/