sábado, 21 de noviembre de 2015

DEL BAÚL DE POLIMNIA, 3

Ovidio y Picasso; un pintor libre para un poeta libre

Este verano de 2015 lució en Málaga una exposición deliciosa: “Picasso, Metamorfosis de Ovidio y el libro ilustrado”. Las salas de la casa natal de Picasso, iluminadas muy tenuemente, acogían, en un silencio litúrgico, las escenas ovidianas que pudieron contemplar los lectores de la inagotables Metamorfosis en los siglos pasados. Picasso hizo de Ovidio una lectura libérrima. Libre y conmovedora. Rafael Inglada me encargó un texto para el catálogo, del que reproduzco un extracto. A Ovidio lo ha entendido como nadie Juan Antonio González Iglesias. Doy fe en este texto.

Y doy fe, en las fotografías, de presencias urbanas del poeta romano: en un restaurante de Málaga (y con él se fotografiaron Minerva Villarreal y José Javier Villarreal); en el Metro de Nueva York… 







Un pintor libre para un poeta libre 

[fragmento del texto del catálogo]

AURORA LUQUE


Ovidio nació en Sulmona en el 43 a.C., vivió en Roma largos y venturosos años y murió en la remota Tomi el año 17 d.C. tras nueve de angustioso exilio. Paralelamente, el poeta habitó tres países literarios sucesivos. En Amores y Arte de amar, Ovidio deambula por la Urbe de Eros como hurgador de noches, explorador de alcobas, registrador de cuerpos e indagador de apremios eróticos. Transitó más tarde, con sus Metamorfosis, por la Selva de los Cuerpos Cambiantes, donde la poesía, según Italo Calvino*, “clava su raíz en los indistintos confines entre mundos diversos”: dioses, hombres, naturaleza. Allí se acerca, con aliento aterciopelado, a ninfas y amantes mortales por bosques, remansos y enramadas; allí se enrola en el huracán de los instintos oscuros –ira, lujuria imperiosa, celos mortíferos- que son motor de cambios y transformaciones tan violentas como hermosas; allí cruza mares, sube a estrellas, funda mundos. Allí cumplió “el prodigio de reanimar la mitología; no un mito en particular, sino la mitología en su totalidad, como categoría de manifestaciones del pensamiento humano” (Bernardini*). Y, por último, Ovidio habitaría malgré lui en la Isla de los Exilios, donde los acantilados miran hacia la Costa de la Muerte: una anti-Roma, una contra-Roma, un molde hueco del que toda su Roma estaba ausente. Allí vuelca, en los versos de Tristes y Cartas desde el Ponto, las privaciones descarnadas del destierro, la nostalgia en su versión más física, lacrimosa, visceral e inacabable. Tres son, pues, los universos poéticos ovidianos: el del puro presente urbano libre o libertario o libertino; el del pasado primigenio que hace brotar, auroral y arrollador, a sus criaturas, y el del futuro yerto, contiguo ya al vacío y a la muerte, del desterrado solitario.

“Si Garcilaso volviera/ yo sería su escudero/ que buen caballero era”, confesó Rafael Alberti, que se exiliaría en Roma. En el siglo veintiuno, Ovidio ha ganado un escudero brillante y heroico: Juan Antonio González Iglesias**, traductor y filólogo, nos trae de su mano al romano subversivo que desdeñó, como Faetón, el camino seguro, la mediocritas (“medio tutissimus ibis”) y la adhesión al programa idealizante y restaurador de Augusto...



[...] Ovidio y Picasso tienen tanto en común. La libertad como absoluto patrimonio creativo. Su condición de gallardos amantes incansables. La experiencia de un destierro, de muy distinto signo en cada caso, pero que conduce a ambos a traducir poética y plásticamente sus orígenes. Y su condición de metamorfoseadores, de transformadores radicales. Picasso puso los ojos en los mitos más drásticos, más enérgicos, más impetuosos, aquellos, sobre todo, en los que eros se insinúa, todavía, “como una placa arcaica, prehumana, totalmente bestial […] la roca aún incandescente y viscosa que sube del fondo de la tierra” : Tereo copula con su cuñada Filomela, Fineo y Perseo luchan por poseer a Andrómeda, Orfeo es desgarrado por sus seguidoras despechadas, a Sémele la calcina el esplendor insoportable del deseo.
Un pintor libre para un poeta libre. O, quizás, un poeta libre para el pintor más libre. Como gusten.










No hay comentarios:

Publicar un comentario