miércoles, 2 de marzo de 2016

HIMNO A LA LENTITUD, 6


Con Ceres y Los barcos de Cavafis




En Valencia se ha celebrado una muestra sobre el  Mediterráneo titulada “Entre el mito y el espanto”. La primera sala “se centra en la mitificación que Europa --sobre todo la de la estricta tradición protestante-- hizo a mediados del siglo XIX y hasta bien entrado el XX de lo mediterráneo”, Y para subrayar esa intención mitificadora, la sala “recibe al visitante con versos del griego Cavafis (Viaje a Ítaca, Esperando a los bárbaros y Fui)”, además de con un lienzo de Sorolla, etcétera, etcétera. Craso error el de asociar a Cavafis con cualquier visión idílica, como bien saben quienes leen a fondo y con honestidad al alejandrino. Es el poeta menos ornamental, menos complaciente y más penetrante de su siglo. Lo que hacía la vieja tragedia ática lo consigue hacer él en sus breves poemas: explorar los límites del poder, sus excesos fatales para la ciudad y para el individuo y entonar un himno, solemne y rebelde a la vez, al deseo (de sabiduría o de goce), al enigma, a lo impredecible del destino.
Juan Manuel Macías presentó en el Centro Andaluz de las Letras de Málaga su traducción de Cavafis, publicada bellamente en Pre-Textos. Busqué en su libro Sucede en la voz de otros tres rotundas metáforas: traducir es enseñar una ciudad amada pero no nuestra; cada palabra es una Odisea; el buen poema es la plasticidad que gana nuestro pensamiento. Aquí están:
“Traducir poesía se parece mucho a enseñarle a alguien una ciudad que te gusta (aunque no es donde vives). Lo curioso es cuando esa ciudad (que creías conocer algo) te acaba desorientando con calles raras que no aparecen en los mapas. Entonces compartes la perplejidad con tu interlocutor y te declaras feliz e irremediablemente perdido.
Cada palabra se desvive por volver a lo que nombra; se pierde, de boca en boca, en mil quimeras. Cada palabra es una pequeña Odisea de sí misma.
A un poema no le pido que me haga pensar (como tampoco al clima), sino que me deje el pensamiento de un determinado color.”
A Cavafis le habría agradado saber que a la vuelta del siglo lo esperaba un traductor pertrechado con tan eficaces herramientas.